El “Lenguaje inclusivo”

El tema de hoy es una breve reflexión sobre un punto de actualidad que genera polémica constantemente.

Yo la verdad evitaba decir algo al respecto porque no podía emitir una respuesta sólida, sabiendo que era un tema bastante debatible. No quería apresurarme a dar una opinión sin haber estudiado a fondo el caso. Y es que antes que nada me gustaría hacer una aclaración, no porque tenga que ver con el análisis que voy a hacer a continuación sino porque actualmente se confunden muchas cosas ideológicas de entrada.

En primer lugar, la idea de “lenguaje inclusivo” o “lenguaje no sexista” no es nueva. Nace a mediados de los 60 del siglo pasado como una exigencia del feminismo por dejar de invisibilizar a la mujer, básicamente en los siguientes 3 casos:

Número 1: Al utilizar palabras masculinas para hacer referencia a un grupo de género mixto. Esto ocurre por ejemplo cuando decís “saludos a todos los presentes”, a pesar de que se trate de un grupo de 20 mujeres y un solo hombre.

Número 2: el uso del pronombre masculino singular como el predeterminado para referirse a una persona de género desconocido. Cuando decís por ejemplo “este personaje (masculino) contestó la llamada”. Acá da la impresión que se trata por defecto de un hombre aunque también puede referirse a una mujer.

Número 3: El uso de marcadores de género innecesarios que no deberían aplicar en una profesión. Cuando por ejemplo hacemos diferencia entre “actor” o “actriz”, “el presidente” o “la presidenta” (cuando en realidad es válido decir “la presidente”). El caso es que el castellano en particular tiene una característica extraña (al menos frente a otros idiomas), los sustantivos tienen género. Hay palabras masculinas y femeninas, como por ejemplo “la cámara” o “el micrófono”, y en torno a estas palabras se articula todo el sistema lingüístico. Pero el problema no es esto en sí, sino que lo predeterminado o lo genérico es lo masculino. Un ejemplo de esto es cuando decimos “la humanidad” y cuando hablamos de su historia decimos “la historia de el hombre” (que incluye hombres y mujeres), porque si decimos “la historia de la mujer” se podría pensar que hablamos puntualmente de las mujeres (excluyendo al hombre en este caso).

Ante el problema del paradigma del género, el reclamo feminista sugiere que en lugar de las vocales que refieren al género se emplee otra grafía que pase por encima las reglas de la sintaxis castellana. Por ejemplo reemplazar la “o” o la “a” por la “e”, la “x” o incluso “@”, aunque estas dos últimas dificultan la pronunciación. Pero ¿qué pasa con la letra “e”?

Decir por ejemplo “todes” es una cosa dable, se puede realizar. Más aún se puede dar una supuesta concordancia, como decir “todes les persones somos libres”. Claro que habría que cambiar algunas reglas del castellano quizás. Pero la pregunta es, aunque lo hiciéramos ¿conseguiríamos así desaparecer la brecha de género?

La Real Academia Española ha sido clara desde su punto de vista, manifestando que esos cambios son ajenos a la morfología del español. Pero luego agregó algo que me parece más importante: el cambio lingüístico a nivel gramatical no se produce nunca por decisión o imposición de un colectivo de hablantes. Esto significa que lo que hace la RAE no es inventar las reglas sino reconocer como tal algo que se da a través del uso, porque ¿de qué serviría que la RAE haga un cambio si al final la gran mayoría de los hablantes sigue utilizando el idioma de la misma manera? (pasaría algo similar a lo ocurrido con el idioma esperanto).

Estos argumentos me parecen sólidos pero desde una dimensión lingüística, sin embargo también hay una dimensión ontológica. El lenguaje es un sistema de signos que representa el pensamiento. Antes de las palabras las ideas existen en el pensamiento de las personas, con lo cual no se podría hablar de un lenguaje sexista sino de pensamiento o personas sexistas.

Ahora bien, llegado a este punto habrá quienes estén de acuerdo con lo que he planteado y quienes podrán decir que el lenguaje no es machista pero de la forma en la que está planteado promueve el androcentrismo, prueba de esto el ya mencionado uso de la palabra “hombre” para referirse a la humanidad. Claro que esto sería una lógica invertida porque aceptarlo equivaldría a decir que es el lenguaje el que modifica a las personas, cuando somos las personas las que modificamos el lenguaje y por tanto deberíamos aceptar también que el sistema de signos es el que configura las ideas. Pero no pasa así porque una persona que habla otro idioma en el fondo no piensa diferente de una que habla en español, y si algo lo hace diferente sería su cultura, la gente con la que se rodea, etc., pero nunca el idioma que habla.

La lengua es solo un reflejo imperfecto de las ideas (Jacques Lacan), estas no tienen género ni sexo. La prueba está en que una persona que no conoce un idioma también tiene ideas. Las ideas preceden al lenguaje.

Dicho todo esto podemos concluir que tenemos un idioma que, al no ser perfecto, va cambiando. Pero no va cambiando porque se decida un cambio sino porque la gente va modificando la forma de comunicar sus ideas, van cambiando sus concepciones. Es un cambio natural y cultural más que gramatical.

Por mi parte lo que hago, y sugiero, es utilizar otras expresiones. En lugar de decir “hola a todos” decir simplemente “hola” o en lugar de decir “el hombre” decir “la humanidad”. Mientras tanto esperaremos que los cambios se den de forma natural y nos iremos adaptando a ese cambio.

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